En
una época en la que los niños son en muchas ocasiones el centro de estas
festividades, me gustaría que nos dieses unas pautas a tener en cuenta para
nuestra actuación con respecto a ellos.
Teniendo en cuenta que la
rutina de los niños cambia durante las fiestas navideñas, ya que son las
primeras vacaciones largas desde el comienzo del colegio al principio del
curso, unido a las emociones que el niño siente en estas fechas, debido tanto a
los regalos que recibe como al ambiente familiar que se respira y también por
la desaceleración del ritmo habitual del niño; todo esto influye en su
comportamiento y en su estado de ánimo. Lógicamente, las actitudes de los
padres respecto al niño deben adaptarse a estas circunstancias. Además, durante
las navidades, es posible que también los padres puedan disfrutar de unos días
de vacaciones durante estas fechas, con lo cual pasarán más tiempo con los
niños. Todo esto facilita un espacio para que los padres puedan dedicar tiempo
para estar con sus hijos, prestándose a compartir juegos con ellos, dado
oportunidad con ello a que ambos, tanto el adulto como el niño, puedan hacer
que esta experiencia sea maravillosa. También pueden surgir enfrentamientos
entre los hermanos debido a que estos pasarán más tiempo juntos, por lo que la
labor de contención, tanto por parte de los padres como por parte de los
cuidadores durante estas fechas también será necesaria, no olvidando la
necesidad de poner ciertos límites en este sentido, adoptando un papel mediador
entre los conflictos de los niños.
Cómo
debemos actuar en relación a los regalos? ¿Se debe poner un tope a sus
peticiones (un número concreto de regalos que pueden pedir o esperar…)?
Cuántas veces hemos oído decir a
nuestros padres “Mi madre me regalaba unos calcetines para reyes y era la niña
más feliz del mundo” o “Me parecía maravillosa la muñeca de trapo que mis
padres me regalaban en reyes”. Parece ser que nuestros padres disfrutaban mucho
más y eran más felices con muchos menos regalos. Y por lo visto debe ser
verdad, porque ahora, aunque la oferta de juguetes es infinita, si es cierto
que los niños no disfrutan tanto de ellos, quedando seguramente arrinconados a
los pocos días. Y es que, de verdad, hoy día esas necesidades han cambiado. O
mejor dicho, nos han hecho creer que han cambiado. Desde mediados de
Septiembre, los medios de comunicación, sobre todo la televisión, se encargan
de crear necesidades en los niños que realmente no tienen, intentando que
interioricen el mensaje “tienes que tenerlo, debes conseguirlo, etc. …”. Lo que
consiguen con esto es que, tanto los padres como los niños, terminen creyéndose
que realmente es necesario tenerlo todo, y que si no se tiene no se va a estar
satisfecho al 100%. Por otra parte, el conceder a los hijos todo lo que pidan,
puede ser una conducta por parte de los padres para lavar su conciencia, como
compensación por el poco tiempo que pasan con ellos, teniendo en cuenta que hoy
día, tanto el padre como la madre trabajan y tienen que cumplir con un horario
laboral. En mi opinión, no se le hace
ningún favor al niño llenando su habitación de juguetes. Respecto a si se debe
poner un tope a sus peticiones, en mi opinión creo que un exceso de regalos es perjudicial para el
niño ya que, puede provocar que estos
entren en una especie de espiral en la que cada año el número de regalos debe
ser mayor. Además, esto puede provocar que los niños de hoy se conviertan en
adultos insatisfechos y por eso es conveniente y necesario que los padres
acostumbren a sus hijos a convivir con la frustración de manera que, cuando en
el futuro no puedan conseguir lo que quieran o encuentren dificultades para
conseguirlo, no se rindan y no se vengan abajo. El hecho de que un niño no
tenga en navidad un regalo determinado no es motivo para que este pueda
desarrollar un trauma psicológico, mientras que el tener todo lo que desean,
puede convertirles en adultos insatisfechos e insaciables.
Debemos
‘dirigirles’ hacia un tipo de regalos concreto o seguir sus preferencias?
En mi opinión, no se trata de, o
bien respetar sus preferencias, o bien dirigirles hacia un tipo de regalos
concreto, sino combinar ambas tendencias. Con esto quiero decir que a la hora
de elegir los juguetes de nuestros hijos debemos tener en cuenta sus
preferencias sin tener en cuenta, por ejemplo, el sexo de nuestros hijos y sí
teniendo en cuenta su edad. Ante la elección de los regalos que queremos hacer
a nuestros hijos, y concretamente a la elección entre un juguete educativo o
lúdico, ante todo debemos elegir un juguete lúdico ya que, todos los juguetes
educan en distintas facetas de la
personalidad del niño, no actuando sólo en el aspecto cognitivo, sino que
también actúan en algo tan importante como el desarrollo motor, las habilidades
sociales, el desarrollo del lenguaje, la afectividad y la imaginación; muchas
veces disminuida debido a que el niño se
convierte en espectador por la sofisticación de los juguetes de hoy en día.
Respecto a la edad, es necesario que el juguete se adapte a la edad del niño
para que éste pueda aprovechar al máximo las ventajas que les ofrece el juguete
en cada etapa de la vida del niño.
Otra cuestión importante a la hora
de elegir el juguete es si elegimos juguetes para “niño” o “niña” o elegir los
juguetes preferidos de nuestros hijos sin tener en cuenta el sexo de estos. En
mi opinión, no debemos imponer a nuestros hijos perfiles de comportamiento, ya
que estos tienen derecho a ser educados del mismo modo evitando las
desigualdades en este sentido desde que los niños son pequeños. Por ello, recomiendo
que los padres no diferencien entre sexos y que fomenten el juego común entre
niños y niñas, siempre que estos quieran. Es necesario saber y tener claro que
el hecho de que, por ejemplo, uno niño juegue con muñecas no supone la adopción
en el futuro de un rol erróneo, ya que este temor no tiene ningún fundamento.
Ante
la posibilidad de que haya peticiones de regalos caros, y más en tiempos de
crisis, ¿cómo debemos actuar?
En los tiempos de
crisis que corren, es importante que los niños entiendan lo que significa la
crisis y que no siempre se van a poder cumplir todos sus deseos. Por ello creo
que es necesario hablar con los niños acerca de esta problemática. Los niños deben
ser conscientes de que no siempre se puede obtener lo que se desea, tanto en
relación a los regalos de navidad como en la vida en general, así como que el
conseguir el mejor juguete o el juguete más caro, no está relacionado de ningún
modo con que sea más feliz. Es necesario hacerles entender que con otros
juguetes más baratos se puede disfrutar igual e inculcarles el aprecio hacia
las cosas pequeñas. Un consejo útil sería pedirles a los niños que escribieran
dos cartas a los Reyes Magos o a Papá Noel. En una de ellas pedirían cosas
baratas (juguetes sencillos, pinturas, tebeos, cosas necesarias como ropa…) y
en la otra los juguetes que le gustaría obtener para cuando haya pasado la
crisis. De este modo, los padres siempre pueden elegir los regalos adecuados
evitando e intentado que el presupuesto familiar se desequilibre.
Hasta
cuándo y de qué forma se debe mantener en ‘secreto’ la identidad de los Reyes
Magos? (Teniendo en cuenta además que el colegio es la principal fuente de
información a este respecto)
Es realmente bonito ver como
nuestros hijos mantienen su ilusión en la creencia de que existen los reyes
magos. Los padres disfrutan viendo cómo el niño conserva la inocencia durante
los primeros de su vida y cómo viven la navidad con ilusión por la llegada de
los Reyes Magos o Papá Noel. Inevitablemente, algún día esto llega a su fin y
tarde o temprano los niños se enterarán de que los Reyes Magos o Papá Noel no
existen. Pero, ¿Cuándo es el momento adecuado para desvelar el secreto?
Principalmente no es aconsejable desvelar la identidad este secreto cuando el
niño está un una fase del desarrollo en la cual aún es inmaduro para
entenderlo, ya que el niño debe poder comprender el sentido de la tradición
cultural o religiosa en la que se encuentra inmerso dicho secreto.
Posiblemente, cuando llegue el momento adecuado, lo ideal sería mantener una
conversación con el niño, un momento lejos de la Navidad, enseñando todo el
significado de este secreto, intentando que el niño, que cree ciegamente en los
reyes magos, no crea que los padres le están engañando. Por ello, es importante
esperar a que el niño se encuentre en un momento del desarrollo evolutivo
adecuado, para que pueda entenderlo. Por otra parte, otro motivo para desvelar
el secreto a los niños, es hacerles conscientes de los verdaderos valores
morales de la sociedad y del significado del este secreto, evitando así que
este caiga precipitadamente en un consumismo puro y duro.
Lo más habitual es que el niño se
entere del secreto a través de los compañeros del colegio. Si esto sucediera,
lo mejor es admitirlo con naturalidad, explicando al niño que todos hemos niños
y que llegado el momento hemos descubierto ese maravilloso secreto.
Cómo
se les puede potenciar el sentido de la solidaridad en la época más consumista
del año?
La
Navidad es quizás la mejor época del año para fomentar la solidaridad en
nuestro hijo. Es el momento para inculcarles que no todos los niños son
afortunados en estas fechas y que hay niños que no tienen la suerte de tener juguetes
como ellos ni tampoco comida o ropa, es decir, que la Navidad no son unas
fechas felices para todo el mundo, puesto que hay niños que carecen
absolutamente de todo e incluso hay niños que han perdido a sus sus seres
queridos y que no tienen a sus padres ya con ellos. Por ello, puede ser una
buena idea el inculcarles el compartir, por ejemplo, los juguetes que ellos ya
no usan con niños menos afortunados que ellos. Podemos pedirles que nos
acompañen a asociaciones, como por ejemplo, Cáritas para que ellos mismos sean
los que donen sus juguetes a los niños menos afortunados, haciéndoles ver que
este gesto tan generoso dice mucho acerca de ellos mismos y que realmente es un
acto valioso que les ayudará a ser mejores personas cuando sean mayores. También
sería buena idea hacerles incluir en la carta a los Reyes Magos, algún juguete
para estos niños que no tienen nada y alabar este acto de manera que el niño
sienta que es solidario y que eso está bien.
Y
ya que en estas fechas ellos tienen vacaciones y muchos padres no, ¿cómo se
debe dividir su jornada diaria para que además de descansar y jugar tengan
también tiempo para otro tipo de actividades como hacer deberes (si es que los
tienen desde el colegio o si no por iniciativa de los padres), leer o ayudar en
casa?
Al igual que en las vacaciones
estivales, en las fiestas de Navidad es importante encontrar y mantener un
equilibrio entre el descanso y los deberes del colegio, es decir, teniendo en
cuenta que todavía queda mucho curso lectivo por delante, los niños deben
seguir haciendo deberes, bien los que les hallan mandado en el colegio o bien
por iniciativa de los padres. Para ello, es necesario establecer una rutina
diaria de horarios, durante los cuales habrá establecidos periodos de descanso
y periodos de trabajo, aunque siempre desde un punto de vista flexible, ya que
al fin y al cabo el niño está de vacaciones. Para llevar esto a cabo con éxito,
en mi opinión es necesario que durante los primeros días de las vacaciones de
Navidad, el niño se dedique a descansar y a disfrutar del ambiente navideño,
procurando que el niño no piense en las obligaciones del colegio. Pasados unos
días, quizás durante la última semana de vacaciones, sería buena idea que el
niño se fuera adaptando progresivamente a los horarios y la rutina lectiva, por
lo que poco a poco deberá ir adquiriendo de nuevo los hábitos tanto a nivel de
trabajo, como de comidas y horarios. Evidentemente esto no es fácil teniendo en
cuenta que la mayoría de los padres siguen trabajando durante la época
navideña, con lo cual los padres deberán hacer un esfuerzo para supervisar las
tareas que sus hijos han realizado durante su ausencia, dejando el tiempo que
padres e hijos estén juntos para disfrutar plenamente de la Navidad. También es
una buena idea motivar y reforzar el trabajo del niño de manera que el momento
de actividades gratificantes para este se convierta en una recompensa por el
trabajo realizado por la mañana.