Que la juventud está perdida es una de las frases
más manidas y repetidas a lo largo de la Historia de la Humanidad. Aquellas
palabras de “esta juventud de hoy no sabe lo que es trabajar duro…en mis
tiempos…” forman parte de esa colección de frases memorables al estilo de
“Tócala otra vez, Sam”.
Sin embargo, al que escribe le mosquea bastante
esa afirmación: en primer lugar, porque el concepto de joven es muy variable en
función de la persona a quien preguntes y en segundo lugar porque puede darse a
entender que todos los males del mundo se deben a las generaciones venideras.
Pues lo siento mucho, señores: en las generaciones
previas ha habido de todo…desde gente honrada y trabajadora cuya única misión
era sacarse las castañas de fuego y formar una familia a verdaderos ladrones,
estafadores, sinvergÚenzas, amigos de lo ajeno, entendidillos en todo y sabios
de nada. Las generaciones previas montaron y sufrieron guerras mundiales,
estafas, crisis económicas, hambrunas, de las cuales no puede atribuirse
responsabilidad alguna a las generaciones que habían de venir después.
Todo lo anterior no quiere decir que ahora mismo
tengamos angelitos de diseño: es cierto que la cultura del mínimo esfuerzo
imperante en nuestra sociedad desde hace más de veinticinco años, unido al
deseo legítimo de los padres por proporcionar a sus hijos una vida más cómoda
que la ellos mismos pasaron han provocado que, en amplios sectores de esta capa
social se haya interpretado que ciertos privilegios deban ser derechos
incontestables: ¿Qué el niño ha perdido su chaqueta de cien euros?...se compra
otra aunque su padre gane quinientos. ¿Qué el niño quiere el teléfono móvil
aunque tenga once años y no lo precise?...se compra el de última generación…¿Qué
el niño se quiere ir de vacaciones a Canarias seis días?...yo te lo pago nene.
En suma, toda una serie de circunstancias que han
acomodado y malcriado en parte a una capa social concreta. Pero ojo: dentro de
esta misma capa hay chavales que se pasan doce horas en un restaurante de
comida rápida para ganar unos euros que le permitan pagar sus gastos, chicos
dando clases para sacarse un sobresueldo extra e ir tirando, chavales de
veintitantos años metidos en una habitación once horas diarias para estudiar
una oposición e intentar aprovechar el futuro, colaboradores de ONG, personas
que se van a trabajar al extranjero para buscarse la vida y sentirse
útiles…todas ellas forman parte de la llamada “juventud”…como antes ha sido y
como siempre será.
Dr. Ángel Fernández
Neurología Hospital de la Reina
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