miércoles, 27 de junio de 2012

La información en ocasiones es perjudicial para la salud


- ¿Cómo dice, Doctor? 
-¿Qué estar informado es malo?


...esperen, esperen a ahorcarme un minuto o sirvanse escucharme antes de quemarme en la hoguera por hereje. Si después de estas líneas no les he convencido, entonces les autorizo a que me desacrediten.

Esta reflexión me viene rondando la cabeza desde hace más de tres años: en este tiempo he podido observar cómo  aumentaban las consultas  donde, principalmente, había que dedicarse a desmontar mitos o afirmaciones sacadas de la red: que si he leido en Internet que el Alzheimer lo provoca un gusano, que si te entra Alzheimer por comer ternera o (juro que es verídico esto que les voy a contar) que desde que a mi vecina le han puesto el audífono se le ha ido la demencia y dicen que es por las ondas del aparato…en fin, un montón de afirmaciones y preguntas, muchas de ellas respetables y logicas, salpicadas de otras totalmente absurdas y sin sentido que, curiosamente, son las que más cuesta derribar.

Conste que soy de los que piensa que el desarrollo de Internet (o “la Red”) ha supuesto una herramienta revolucionaria de información y que en temas de salud ha permitido que la comunicación ntre presonal sanitario se disparara con enormes ventajas. Por otro lado, también ha permitido que tanto pacientes como familiares tengan acceso a información sobre aspectos de sus enfermedades (diagnóstico, tratamiento, pronóstico) que antes ni soñarían tener…y eso no es malo, porque obliga a que los profesionales tengamos que hacer un esfuerzo de actualización permanente y a la mejora diaria.

Ahora bien, el problema de la información es de donde se obtiene y como se interpreta. No hay que olvidar que hay contenidos en la Red de dudosa credibilidad, que en ocasiones además son difíciles de entender y eso lleva en ocasiones a ideas falsas y preconcebidas que pueden suponer una angustia tremenda al paciente o a la familia.

Si no me creen, les pongo una historia a modo de ejemplo: un caballero del siglo diecisiete se marchó de Londres para huir de la peste (y que así se muriera solo la gente no pudiente) a su casa de campo, donde pasaría el resto de la estación viviendo comodamente y sin preocupaciones, olvidándose de todo y de todos…si les cuento que se pasaba todo el día caminando cerca de los árboles, dedicándose a la vida contemplativa, mientras gente moría abrasada de peste, seguro que el personaje en cuestión les cae ya un poco gordo, y seguro que muchos se alegrarían cuando les dijera que, en uno de esos paseos, una fruta le golpeó en la cabeza y le hizo bastante daño…pues resulta que esa persona se apellidaba Newton, y gracias a aquello descubrió la ley de la gravedad…¿influye o no influye quien y cómo da la información?. 



Dr. Ángel Fernández

viernes, 8 de junio de 2012

“ NUNCA LES PREOCUPE EL HECHO DE EQUIVOCARSE: PREOCUPENSE DE APRENDER DEL ERROR”


Si, si, lo sé: admito que escribir esto en los momentos actuales puede parecer poco correcto o poco menos que suicida, pero que quieren que haga, hay días en que uno se levanta con la profesión de sufridor incorporada a cuestas…

La frase que he escrito en mayúsculas no es de un servidor, sino que la escuché de boca de uno de mis maestros en Medicina Interna, cuando estudiaba mi cuarto año de carrera.  Nos había ingresado un paciente con unas extrañas pérdidas de memoria, el cual, tras múltiples discusiones entre diversos miembros del equipo, fue etiquetado de un problema de riego cerebral. El caso es que el hombre siguió presentando más episodios hasta tal punto que obligó a plantear entre los diversos médicos la posibilidad de que, en verdad, el problema se debiera a otra causa…a pesar de que todo era normal, se decidió poner un tratamiento para epilepsia y el enfermo  en cuestión nunca más tuvo problema alguno. Cuando el paciente salió de la consulta en la última revisión, mi maestro (esos que te cuentan lo que no viene en los libros) me soltó la frase que da título a estas líneas.

Por eso, en estos días, cuando ya han pasado más de quince años  desde aquello (con unos cuantos kilos de más y un bastante menos de pelo) no puedo evitar sonreirme cuando veo la cara de los pacientes en consulta y se sorprenden cuando les digo que no me preocupa que un compañero no haya acertado en el diagnóstico o en un tratamiento concreto…porque he aprendido que esto de la Medicina no es una ciencia, sino un arte tremendamente complejo, donde una persona tiene que interpretar lo que otra le cuenta, sabiendo que los mismos síntomas que Fulanita detalla con todo lujo de detalles se pueden deber a otro problema diferente al de Mengano, ¡aun contando lo mismo!. Vamos, que aquello de que a igualdad de condiciones de Temperatura, humedad y presión ambiental, el organismo hace simplemente lo que le da la gana es más cierto que el Sistema Solar…por todo ello, cada vez que acabo de ver a un paciente, siempre pienso una coletilla que dice “…y si las cosas no van bien, debieramos explorar estas otras opciones”. En resumen, se trata de admitir que, si bien es mucho lo que conocemos y lo que hemos aprendido en todos estos años, es mucho más grande lo que queda por conocer, y es admitiendo nuestra parcial ignorancia como podremos avanzar en el conocimiento de las enfermedades que afectan al ser humano…

Por desgracia, solos no podemos lograrlo: necesitamos el apoyo de los que manejan los recursos y la paciencia y comprensión de aquellos a los que van dirigidas nuestra atención. Solamente trabajando juntos en el mismo sentido lograremos llegar abuen puerto…está en nosotros.

Dr. Ángel Fernández