Hace pocos días se celebró el Día Mundial del Alzheimer.
De nuevo, pero nunca pasado de moda: por desgracia, cada vez son más los
seres humanos que se ven afectados por esta enfermedad, consecuencia entre
otras cosas de una mejor calidad de vida traducida en más años de peripecias
vitales…y la ola que nos queda por recibir es comparable a la del tsunami que
aparece de repente y barre todo a su paso. Así, si consideramos que el número
de demencias en la población se duplica cada 5 años desde los 65, alcanzando
hasta un 30% de las personas nonagenarias y miramos a nuestra pirámide
poblacional, entendemos que la que nos queda por venir es una avalancha de
mayor intensidad si cabe aún.
Frente a esto,
nuestro Sistema de Salud no tiene la flexibilidad suficiente para atender las
demandas que este tipo de pacientes originan, puesto que su enfermedad,
cambiante y generalmente degradante en términos de persona y funcionamiento
vital, obliga a una readaptación permanente de la actuación sociosanitaria…la
línea de cadena asistencial es demasiado parcelada y chirriante, muy alejada
del modelo asistencial en red o en círculo tan necesario en estos días: médicos
de Familia (indispensables), geriatras, neurólogos, psiquiatras, nutricionistas,
logopedas, terapeutas ocupacionales, fisioterapeutas, trabajadores sociales,
Asociaciones de Familiares..todos son parte necesaria e indispensable para
participar de un proceso encaminado a un objetivo único: lograr hacer más
llevadero el tránsito por un caminar regresivo al paciente y a las familias que
andan-sufren-por una vereda cuyo camino nunca volverán a transitar otra vez.
Qué mas dá quien lleve la batuta, mientras sepa lo que hace…las mejores
sinfonías solo se tocan si todos los miembros de la orquesta están en la misma
onda.
Mientras tanto, la
gente de la calle puede ayudar de diversas maneras: fomentando la asociación de
familiares afectos, contribuyendo a la difusión del conocimiento de la
enfermedad no en sus aspectos médicos, sino en las repercusiones y problemas
del día a día que aparecen a fin de ayudar a otras familias a entender lo que
sucede y lo que está por venir. Fomentar los encuentros entre personas mayores
a fin de socializarlos, ya que el riesgo de exclusión (bien por limitaciones
físicas o sensoriales) es evidente; confortar y revestir de la mayor dignidad
humana posible a esas personas que poco a poco irán perdiendo su rol tan ganado
a lo largo de los años, para hacerles saber que no están solos,a pesar de los
gritos, los llantos y la desesperanza que embarga a los cuidadores de estas
personas, verdaderos héroes anónimos del día que no salen en los Telediarios de
las tres, pero que ayudan a que este país salga adelante con su sacrificado
esfuerzo…por ellos, por sus familias, un silencio respetuoso y una inclinación
de cabeza a modo de homenaje a esos héroes que día a día pelean contra un
enemigo hoy por hoy superior sin volverle la cara en ningún momentos. Es
su día: disfrútenlo…se lo han ganado, cojones.
Dr. Ánger Fernández
Neurólogo Hospital de la Reina